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“Jesús, por favor permite que orar sea más fácil para mí, porque yo realmente quiero enseñar a mis hijos a que les guste orar, cuando yo crezca. Gracias Señor Jesús. Amén!” Mi hija de diez años y yo acabábamos nuestro tiempo de oración en la noche y ella había cerrado con una sincera honestidad, mientras le hablaba a Jesús. Cuando yo salí de su habitación y comencé a cerrar la casa por esa noche, las palabras de Jesús resonaron en mi mente cuando Él dijo: “Mi casa será llamada casa de oración.” (Marcos 11:17). Más adelante Pablo explicó que Dios “no habita en templos hechos a mano” (Hechos 17:24). Somos el templo de Dios. Tú y yo. Él había en nosotros, en nuestras vidas.

Yo comencé a darme cuenta de que  como hijos de Dios, nuestra vida de oración es una de las cosas con las que más batallamos. Nosotros algunas veces batallamos más con nuestra vida de oración que con ninguna otra área. Hay tantas cosas que demandan nuestra atención en estos días, que puede ser fácil poner a esperar la oración o hacerlas más cortas. Realmente, debe de ser el recurso de nuestra vida.

Con el deseo de proteger la casa de oración de mi hija, yo busqué en una gaveta en donde había unas llaves viejas y tome una. Regresé al dormitorio de mi hija y me senté al lado de ella en su cama. “Amor, como hija de Dios y Su templo, la oración es el oxígeno de nuestra alma. Nos mantiene saludables y vivos espiritualmente. Yo sé que hay muchas cosas que tratan de quitar nuestra atención a la oración, pero si tu continúas dándole a Dios eso tiempo que le pertenece, Él va a poner amor por la oración en lo más profundo de tu ser.” Le di las viejas llaves que yo había sacado de la gaveta. “Deja que estas llaves te recuerden asegurar tu tiempo de oración. Deja afuera todas las cosas que quieren quitar tu atención de tu tiempo con Dios. Mientras creces, Dios te va a llevar a lugares maravillosos en oración, si tu continuas edificando y protegiendo tu casa de oración.”

Como hijos de Dios, a veces podemos experimentar frustración al tratar de establecer la oración en nuestras vidas. No permitamos que las tareas cotidianas, la tecnología y la vida en general interfieran con nuestro tiempo de oración diaria. Es hora de asegurar nuestra oración y permitir que el Señor nos conceda el privilegio de establecer nuestras vidas como “casas de oración”.

 

Por Erin Rodrigues

Nota: Erin Rodrigues sirve en el extranjero, junto a su esposo, el Reverendo Oscar Rodrigues, y sus dos hijos, como representantes de la UPCI en la Republica de Portugal

Boletín de Damas de Oración Internacional

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